Para un hombre que no se llama Josep
Impasse. Dónde estás, qué piensas. Cuando te afeitas, como Bernard en The Waves, te dices -mi J. said- como la gota que cae, ya no soy joven. Ya no eres joven. Qué piensas cuando te miras en el espejo todas las mañanas, todas las mañanas, la repetición eternificada, los ritmos de la vida tan bien establecidos y predecibles. Qué piensas. Piensas en mí cuando el agua de la ducha resbala cuerpo abajo y quizás tu polla que late expectante desde que te despertaste incrementa la intensidad del deseo, engorda lentamente mientras tus pensamientos vagan por los lugares comunes de nuestros encuentros. Allí la silueta de mi cuerpo, mis pezones rosados estirados, abierta de piernas, el coño mostrado, tus manos palpando mi cuerpo, arrancando la ropa, apretándome el coño... Así vienen, retazos desordenados, tu polla, mi coño, mi rostro cuando te corres, gemidos, el olor de mi cuello, un mordisco, el aguijón del placer, empujones.
Ya no eres joven, pero yo te amo.
"American Beauty" de Thomas Newman, con imágenes de la "escena de la bolsa" de la película del mismo título
Sus días empiezan cuando todavía es de noche. La soledad se extiende inmensa por la red de metro mientras el vagón traquetea y él cabecea encima de su libro electrónico.
Ma solitude je la connais allez je la connais bien...
Me agarro a tu soledad, como algo entrañable de lo que querer salvarte. Nunca me dejaste entrar, tocar tu interior helado. Por eso te robo la soledad que imagino, por eso te condeno así cuando te escribo. Eres soledad, eres hielo. El hombre de hielo.
Cómo te disolvías en pasión, con esos besos que eran frenéticos y profundos... qué buscabas en el fondo de mi boca, en el fondo de mi culo... siempre a empellones de tu lengua o de tu polla.
(la más absoluta belleza...)
Eres el primero. Un primer amor.