lunes, 20 de junio de 2011

Paredes acolchadas: el mundo que nos

Fotografía de Roseline55 (Todos los derechos reservados)

Porque el mundo quiere las cosas que quiere, está esperando nuestros movimientos, pero si nos quedamos quietos es como si no existiésemos…

Y no, señores, no no nó… No más "poetas malditos", locos autoencerrados en su locura a fuerza de emparedarse entre discursos y contradiscursos, como una pelota, boing-boing, entre la psiquiatría y la antipsiquiatría, qué cómodas las habitaciones de paredes acolchadas que nos hacemos a veces, echando, echándole la culpa a los demás: al mundo ese que espera allá fuera, el mundo que nos encierra, el mundo que nos define, el mundo que nos aclimata, el mundo que nos abotarga, el mundo que nos oprime, el mundo que nos que nos…


No más, por favor. No decir de romper más límites que se ponen precisamente donde el mundo ése los puso y por decirlos decirlos en voz alta, caca, locura, suicidio, drogas, dar o darme por culo, etc. se quiere creer que se subvierten.


Y vienen los admiradores, que de todo lo hay, hablando de rebeldía…


Y mejor me callo la de veces que esto mismo se ha hecho antes, de la misma manera.


Hagamos una subversión desde una insospechada normalidad.