Y ella se contempla en movimientos lánguidos, la melena oscura y la piel blanca, la belleza botticelliana pasada por la complacencia de un Burne-Jones, los ojos abiertos, las manos caídas y un aliento suicida al mirarse en el espejo. ¿No estaría bien hacerse un objeto bello, alisarse la melena o prenderla con un lazo, maquillarse pálida y marcarse las ojeras: y los ojos negros y la boca rosada, ajustarse un corsé y envolverse en un vaporoso vestido, posarse como una mariposa en un taburete, y jamás mirar directamente a los ojos de los hombres?
Toneladas de agua
Hace 6 meses
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