Staple Bullets, fotografía de crysta_ling (Todos los derechos reservados)
Mi primera marca (o la segunda, pero la primera fue un acto de autoafirmación -esta también, es verdad). Otros se cogen la borrachera de sus vidas, se echan a caminar, se ponen al borde de la existencia: son sus maneras de simbolizar los cambios de estado, el paso del tiempo, o son simplemente unas extrañas ganas de regenerarse. Nada cambió, es cierto. Clac, hizo, como una grapadora en mi oreja, dos segundos o tal vez sólo uno. Un dolor puntiagudo, breve y aséptico. La nariz ensanchada momentáneamente por los efluvios del alcohol. Ya está, señorita. Tiene usted un agujerito nuevo en su cuerpo. Traspasada.
Es verdad que con cada segundo que pasa se banaliza; y al final, el momento más verdadero, más profundo o auténtico fue sólo ese microsegundo, fragmento de tiempo -ya pasó, ya pasó- escaso para degustarlo, para saborear el dolor. Clac, como una grapadora. Grampante.
Lo recordaré siempre, sin embargo. Será "mi agujero de": conmemorativo. La ocasión lo merece. Esa es la razón de que no pueda hacerme otro agujero de momento. Cada uno ha de tener su tiempo; la superabundancia sólo resultaría en su trivialización. No puede ser trivial traspasarte el cuerpo.