martes, 11 de mayo de 2010

El elefante


Aquella noche, al volver a casa, mamá y yo encontramos al elefante sentado en el contenedor de la basura. Mientras la gente cenaba en sus casas y veía la televisión, en la calle desierta, el elefante nos contó todos los secretos que había en los desperdicios. También el suyo. Nunca más le hemos vuelto a ver.

4 comentarios:

RSP dijo...

¿Y cómo nos dejas sin conocer los cotilleos que os contó el elefante? ¿Y por qué le sacaste la foto cuando lo pillaste desprevenido?

Ana dijo...

Le tuve que sacar la foto, porque de lo contrario, no creeríais que había un elefante sentado en el contenedor.

¿Los secretos? Los podría ir contando, ¿por qué no? Uno por cada porquería rescatada de la basura. A lo mejor así encuentro algunos de los secretos que yo misma he tirado.

Tomás Rivero dijo...

No hay secretos. No hay misterios. Un elefante sentado en un cubo de basura ya no puede contar los cuentos que le contó aquel niño. Se olvidó de todo. Esa es la poesía: sacarle una foto. Como sacarlo de la selva.

Tomás Rivero

Ana dijo...

Sacarle una foto es la poesía, sí. Querer retener el momento y la emoción del momento. Hubiese querido encontrar todos los días al elefante sentado en el contenedor pero, ah, entonces al final sí que no habría misterio. Indiferencia.