sábado, 6 de agosto de 2011

Cuando era joven y soberbia (o La soledad del observador, la belleza de lo observado)


The Boy With The Thorn In His Side, The Smiths (1986)

Entiendo que escapo de los lugares llenos de gente. Que las sociedades discursivadas me dan ganas de echar a correr y si me quedo a echarles un ojo es para analizarlas textualmente y decidir si hay algo que me motive, textual o conceptualmente. Los discursos ajenos suelen resultar siempre pintorescos.

Yo no puedo abrazar discursos, unirme a "causas", las palabras me ponen los pelos de punta: "discurso crítico", "razón práctica", "pensamiento como arma".

(los que tienen alma de observadores; se les paraliza la lengua en la boca, se les atrofia)

Palabras como esas me encierran y me obligan, no me liberan. Están bien para otros, los veo florecer: profiriendo. Son admirables por ello, puede ser. Están en algo, y en consecuencia, acaban siéndolo.

(los que tienen alma de observadores; están en soledad: la soledad del observador. Y como se contraponen siempre a lo observado, acaban por desarrollar una actitud estética derivada de la contemplación incesante: la belleza de lo observado)

Y me pregunto si decir "los discursos de los demás" no es simplificarles, eliminar sus individualidades, si no es injusto que diga eso. No lo puedes leer todo y se te aparece como una masa informe de textos y textos, que comparten características lingüísticas, y al final deduces que se repiten, que se tienen que repetir, porque todas las sociedades discursivadas acaban repitiendo aquello que dicen, y al final sólo son discursos contra discursos, se puede dar apariencia de discusión, pero realmente sólo hay discursos yuxtapuestos. No siento mucha diferencia con el fan-fiction; después de mucho leer, esa ligera sensación ensoñada de repetición, de que se empiezan a repetir esquemas de contenido, frases, características. No tiene nada de malo, por lo demás, es terriblemente agradable, una sensación de previsibilidad y de que además queremos esa previsibilidad, porque queremos escuchar siempre la misma historia.

Yo no quiero intervenir. No quiero coger un discurso de prestado y hacer la intervención adecuada en sus términos. No quiero formarme en un corpus, quiero ser ignorante y vaga cuanto quiera. Bonita reivindicación, no la escucho a menudo en estos términos: el derecho a la ignorancia, a la vagancia, a la inoperancia. Ignorancia, porque quiero poder decir "no lo he leído", "no sé de qué va eso", "no me entero de nada". Vagancia, porque quiero estar quieta, no hacer nada, si simplemente no puedo o me hace daño. Inoperancia, porque no quiero "producir productos" y mucho menos "actuar". Y a partir de ahí, se verá.

And when you want to Live
How do you start?
Where do you go?
Who do you need to know?

Cómo empiezas, a dónde vas, a quién necesitas conocer. Y qué quiere decir esto para quién… Posiciones.

1 comentario:

Tomás Rivero dijo...

Yo si quieres te dejo un besito.
No hay mucho más.